En un mundo lleno de preocupaciones y por ende padecimientos asociados, han aparecido un sin número de propuestas de auto ayuda. Gurús, grupos, terapias y libros se producen cada año ¿pero ellas realmente nos pueden conducir a una realización verdadera? ¿Nos estaremos cegando ante tanta receta, sin parar en mirar críticamente?
Hace algunos días atrás me invitaron a estudiar lo que parece ser la panacea acerca del desarrollo humano y las técnicas de autoayuda de los últimos tiempos, todo un Best Seller en ventas de libros y películas, El Secreto. Escrito por Rhonda Byrne y basado en la escuela de pensamiento de W W Atkinson, esta publicación del 2006 logró tanta notoriedad que tras ser presentado en dos episodios de Oprah, alcanzó el tope de la lista de ventas del New York Times y hasta hoy para muchos sigue siendo referente obligado.
Escribo esta pequeña reflexión tras sentirme impactado ante sus postulados y lo que pueda generar a quienes piensen que ahí hay desarrollo espiritual. ¿Somos lo suficientemente críticos con los temas de auto ayuda? Un pequeño análisis puede arrojar algunas luces como ejemplo, sin querer generalizar y ser exhaustivo.
El Secreto es un libro de bastante fácil lectura, reforzado con una película que hace sino insistir acerca de los detalles sobre la “teoría”. Mis observaciones están dirigidas a la película, para precisar en lo que tuvo mayor difusión, aunque para el caso, es exactamente lo mismo. El filme es una ilustración con más impacto sobre la tesis de la ley de la atracción, que se resume en la cita "Si lo ves en tu mente, lo tendrás en la mano". De esta forma una serie de “filósofos”, gurús de autoayuda, científicos y conferencistas, ofrecen sus planteamientos y experiencias en torno a sus propias transformaciones vitales.
Según ellos el universo está regido por la ley de lo semejante: así como es arriba, es abajo y como es afuera es adentro (evocando el segundo principio del Kibalión atribuido al sabio antiguo Hermes Trimegisto). Por ello existe una ley de atracción donde lo semejante atrae lo semejante. Así por ejemplo los pensamientos de todos los individuos son enviados al Universo y atraen magnéticamente a todas las cosas que están en la misma frecuencia. Todo regresa a su origen en la señal que se ha emitido: pensamientos positivos atraen circunstancias positivas y viceversa.
Esto, que puede parecer muy simple, para los expositores ha decidido gran parte de la Historia Universal, pues ha sido la clave del éxito de innumerables personajes que supieron acerca de este secreto, lo utilizaron, obtuvieron los frutos, pero no lo divulgaron quizás en el temor de que cayera en manos inapropiadas o bien se vulgarizara (excusa recurrente), conservándolo entre ellos hasta ahora.
El Secreto del Secreto.Los autores revelan el Secreto por fin a la humanidad, poniéndolo al alcance de cualquiera que desee seguir unos simples pasos. Así durante la película a la lista de estos “iluminados” se suman personas comunes y corrientes que ofrecen sus testimonios. Es en ese punto, sobre todo, donde asoma el aspecto que me parece clave para levantar una crítica estructural.
Para los relatores, si la ley de atracción es tal, nada es imposible. Uno de los entrevistados ofrece su experiencia comentando que siempre fue su sueño tener un Ferrari (como mínimo 250.000 us), pero creía que era un completo absurdo. Sin embargo al conocer el Secreto se visualizó una y otra vez en su sillón todos los días manejando este espectacular auto, hasta que un día, simplemente lo consiguió. Así otras personas obtuvieron fortunas, mansiones en Beverly Hills, vida en sociedad, amores, en definitiva todo lo que hoy suele llamarse éxito.
Entonces llama la atención que la película en muy pocas ocasiones se pregunte - siendo tan trascedente su postulado - sobre el significado de la vida en sí y solo se limite a citar a personajes como Churchill para dar a entender, en escamoteos que “cada uno crea su propio universo”. La tesis más bien se circunscribe a exponer el funcionamiento del Universo, bajo la ley de correspondencia y atracción y cómo podemos emplearla a nuestro beneficio, no su sentido.
No obstante cuando surgen las intervenciones una y otra vez, necesariamente surge la pregunta si el fin del Secreto no sea si no la consecución de la felicidad humana como fin o como medio. El problema es que nunca se plantea esto, si no es con un deseo como intermediario. Así la mayoría de los personajes lograron la paz interior y la felicidad, cambiando sus pensamientos, tras una sistemática visualización mental y por ende el logro de su desarrollo personal, gracias a la obtención de sus deseos (todos materiales). Ninguno deseó simplemente felicidad en sí, sino ganarse la lotería, una nueva casa o auto y sobre esa plataforma la tranquilidad vital. Mas una persona es muy pobre de espíritu, la que su felicidad está mediada con la consecución de un Ferrari, una mansión, roce social ilimitado o cosas parecidas. Todo ello está sujeto inevitablemente a la fragilidad de la materia y por ende a su extinción ¿qué ocurrirá si desaparece el Ferrari?
Solo basta ver en la película la imagen arquetípica que ocupa el genio de la lámpara, que dice a Aladino “pide y se te os dará”. Lo que no se desarrolla en este tosco ejemplo es que en esta historia de Las Mil y una noches, el mayor desarrollo espiritual de Aladino no se da en torno al encuentro con el genio (que solo le da un éxito rápido, pero frágil) sino más bien en su autoprendizaje en la adversidad, luego que el Mago Magreb engañando a su esposa obtuviera definitivamente la lámpara. En fin, Aladino se hace rico, pero hay que recordar que de fondo esta es la historia de un tramposo burlado por otro tramposo.
…Y qué dice la historia?
Es penoso ver que una sociedad en medio de la crisis como la que enfrentamos, se aferre a teorías que den sentido a la consecución de sus éxitos o esperanzas a través de los pasos que menciona - pensamiento, sentimiento, visualización, agradecimiento - solo como medio y no como fin. Además es muy claro que si se quiere tener un Ferrari o lo que sea, obviamente se puede conseguir a costa de endeudamientos, exceso de trabajo, etc. Esto en último caso estaría legitimando las dinámicas del mercado neoliberal que justamente nos tienen tan agobiados. No se hace una reflexión profunda sobre la naturaleza del deseo, sino más bien se queda en el punto de “pide y se te os dará” de las Mil y una Noches, sin avanzar en el aprendizaje posterior de Aladino. Me imagino que los autores no conocen tampoco el mito del Rey Midas. Así la antigüedad habla por sí sola.
En contraposición me gustaría recoger algunas tradiciones históricas de sabiduría. Partiré sucintamente con la visión budista de la vida. Buda (el iluminado) era en su origen un príncipe llamado Siddhārtha Gautama por allá en el siglo V a.C. aprox. Los primeros años de la vida del príncipe transcurrieron ajenos a toda actividad espiritual, pues siempre vivió rodeado con su familia en un enorme lujo. Al entrar a la edad madura logró captar las afueras de su hogar el dolor bajo sus formas más agudas, por primera vez se percató de la vejez, la enfermedad y la muerte como situaciones reales fuera de la particularidad artificial de su castillo.
Tras este impacto matriz, decidió abandonarlo todo y recorrer un camino de profunda meditación e indagación espiritual. Con el tiempo llegó a un lugar llamado Bodhgaya, donde decidió sentarse bajo la sombra de un árbol y no levantarse hasta encontrar una respuesta al sufrimiento. La culminación de sus meditaciones llegó cuando se había liberado definitivamente, en la conciencia de las cuatro nobles verdades de la existencia:
1 El sufrimiento es un atributo de la existencia. 2 El sufrimiento es causado por el deseo.
3 La extinción del deseo hace cesar el sufrimiento. 4 Para extinguir el sufrimiento, debemos seguir el óctuple sendero, el cual comprende: Recta opinión, intención, palabras, conducta, medios de vida, esfuerzo, atención, concentración.
El camino del medio cristaliza la línea de la moderación que supone la huida de los extremos. Por ello es recto ya que tanto la indulgencia con los sentidos como la auto-mortificación son caminos que no logran impedir el sufrimiento y solo a través de la práctica de la sabiduría, la moralidad y el cultivo de la mente se logra finalmente la unión con el todo y el cese del sufrimiento. Las personas deambulan ya sea entre el libertinaje sin sentido o la autoinmolación exagerada. Los sencillos buenos actos, pensamientos, palabras, son más que un dogma, una acción continua de respeto profundo por la vida y su equilibrio, teniendo un alcance enorme en nosotros y los que nos rodean. De estos preceptos me es inevitable recordar la frase que reza “El hombre que nada desea es invencible”.
Refuerza esta idea otra maravillosa tradición a siglos de distancia, que vio en el Libano como el escritor Khalil Gibrán expresaba certeramente su visión del deseo, en este caso de libertad. En El Profeta puede leerse:
Y mi corazón sangró en mi interior: porque solo seréis libres cuando el deseo de la libertad no sea un arnés para vosotros y cuando dejéis hablar de libertad como una meta y de un logro…
Diógenes concluiría.
El deseo del Secreto aparece así como una pesada carga de aspiraciones, como una trama de ensueños, en la consecución de lo que resuena como la llave de la vida, el éxito. Es por ello que todos estos conferencistas agrupaban empresarios o más bien “emprendedores” adornando sus recetas con frases como “Aspira Alto; No fracases, triunfa; El deseo gobierna al mundo; Cuando comprendas que tienes el derecho de poseer, poseerás”. Hoy todos los que escucharon sus consejos deben estar deseando saber cómo pagarán las cuotas del Ferrari último modelo que adquirieron, en su camino hacia el éxito en un mercado en permanente crisis. Cada uno de ellos, limitó las posibilidades de su existencia a sus propios deseos, nadie de ellos en cambio vivió simplemente en la maravilla de la contemplación de un atardecer; en la alegría de la sorpresa de un niño bajo el alero de un conocimiento nuevo o la paz perpetua amando a todos los seres. Es en esa sencillez donde se encuentra el arte de la vida.
Resalta así Diógenes de Sinope, filósofo griego de la escuela Cínica. Para él, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar por su frivolidad. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.
Así se cuenta la anécdota de Diógenes que, viviendo en Corintio solo en un barril rodeado de perros, pues nada necesitaba, un día lo visitó el gran emperador macedonio Alejandro Magno, el cual había escuchado de tal particular asceta y estaba interesado en tratarle. En la mañana, mientras el filosofo se hallaba absorto en sus pensamientos Alejandro, se le acercó y le preguntó si podía hacer algo por él, cumpliría cualquiera de sus deseos. Diógenes casi sin inmutarse respondió: “No, tan solo que te apartes porque me tapas la luz del sol”.
Buscar críticamente en el amplio crisol de creaciones a lo largo de la historia puede resultar un ejercicio de crecimiento aún más profundo que la moda en tránsito. Usualmente preferimos la novedad, como en el uso de los aparatos tecnológicos, volcado al ámbito del Espíritu. Olvidamos así tradiciones revolucionarias para nuestra actualidad que ponen en equilibrio aspiraciones individuales con valores comunitarios como la amabilidad, la generosidad, la solidaridad y el desprendimiento, actitudes que resuenan con más profundidad en el milagro más maravilloso de todos: la transformación personal. Incontables maestros, lejos de las dinámicas de mercado nos dirían sin dvds, rankigs en ventas o ediciones de lujo, de forma más profunda y certera “No seas tus deseos, sino quien eres, Uno en el Espíritu de la Vida”.
Según ellos el universo está regido por la ley de lo semejante: así como es arriba, es abajo y como es afuera es adentro (evocando el segundo principio del Kibalión atribuido al sabio antiguo Hermes Trimegisto). Por ello existe una ley de atracción donde lo semejante atrae lo semejante. Así por ejemplo los pensamientos de todos los individuos son enviados al Universo y atraen magnéticamente a todas las cosas que están en la misma frecuencia. Todo regresa a su origen en la señal que se ha emitido: pensamientos positivos atraen circunstancias positivas y viceversa.
Esto, que puede parecer muy simple, para los expositores ha decidido gran parte de la Historia Universal, pues ha sido la clave del éxito de innumerables personajes que supieron acerca de este secreto, lo utilizaron, obtuvieron los frutos, pero no lo divulgaron quizás en el temor de que cayera en manos inapropiadas o bien se vulgarizara (excusa recurrente), conservándolo entre ellos hasta ahora.
El Secreto del Secreto.Los autores revelan el Secreto por fin a la humanidad, poniéndolo al alcance de cualquiera que desee seguir unos simples pasos. Así durante la película a la lista de estos “iluminados” se suman personas comunes y corrientes que ofrecen sus testimonios. Es en ese punto, sobre todo, donde asoma el aspecto que me parece clave para levantar una crítica estructural.
Para los relatores, si la ley de atracción es tal, nada es imposible. Uno de los entrevistados ofrece su experiencia comentando que siempre fue su sueño tener un Ferrari (como mínimo 250.000 us), pero creía que era un completo absurdo. Sin embargo al conocer el Secreto se visualizó una y otra vez en su sillón todos los días manejando este espectacular auto, hasta que un día, simplemente lo consiguió. Así otras personas obtuvieron fortunas, mansiones en Beverly Hills, vida en sociedad, amores, en definitiva todo lo que hoy suele llamarse éxito.
Entonces llama la atención que la película en muy pocas ocasiones se pregunte - siendo tan trascedente su postulado - sobre el significado de la vida en sí y solo se limite a citar a personajes como Churchill para dar a entender, en escamoteos que “cada uno crea su propio universo”. La tesis más bien se circunscribe a exponer el funcionamiento del Universo, bajo la ley de correspondencia y atracción y cómo podemos emplearla a nuestro beneficio, no su sentido.
No obstante cuando surgen las intervenciones una y otra vez, necesariamente surge la pregunta si el fin del Secreto no sea si no la consecución de la felicidad humana como fin o como medio. El problema es que nunca se plantea esto, si no es con un deseo como intermediario. Así la mayoría de los personajes lograron la paz interior y la felicidad, cambiando sus pensamientos, tras una sistemática visualización mental y por ende el logro de su desarrollo personal, gracias a la obtención de sus deseos (todos materiales). Ninguno deseó simplemente felicidad en sí, sino ganarse la lotería, una nueva casa o auto y sobre esa plataforma la tranquilidad vital. Mas una persona es muy pobre de espíritu, la que su felicidad está mediada con la consecución de un Ferrari, una mansión, roce social ilimitado o cosas parecidas. Todo ello está sujeto inevitablemente a la fragilidad de la materia y por ende a su extinción ¿qué ocurrirá si desaparece el Ferrari?
Solo basta ver en la película la imagen arquetípica que ocupa el genio de la lámpara, que dice a Aladino “pide y se te os dará”. Lo que no se desarrolla en este tosco ejemplo es que en esta historia de Las Mil y una noches, el mayor desarrollo espiritual de Aladino no se da en torno al encuentro con el genio (que solo le da un éxito rápido, pero frágil) sino más bien en su autoprendizaje en la adversidad, luego que el Mago Magreb engañando a su esposa obtuviera definitivamente la lámpara. En fin, Aladino se hace rico, pero hay que recordar que de fondo esta es la historia de un tramposo burlado por otro tramposo.
…Y qué dice la historia?
Es penoso ver que una sociedad en medio de la crisis como la que enfrentamos, se aferre a teorías que den sentido a la consecución de sus éxitos o esperanzas a través de los pasos que menciona - pensamiento, sentimiento, visualización, agradecimiento - solo como medio y no como fin. Además es muy claro que si se quiere tener un Ferrari o lo que sea, obviamente se puede conseguir a costa de endeudamientos, exceso de trabajo, etc. Esto en último caso estaría legitimando las dinámicas del mercado neoliberal que justamente nos tienen tan agobiados. No se hace una reflexión profunda sobre la naturaleza del deseo, sino más bien se queda en el punto de “pide y se te os dará” de las Mil y una Noches, sin avanzar en el aprendizaje posterior de Aladino. Me imagino que los autores no conocen tampoco el mito del Rey Midas. Así la antigüedad habla por sí sola.
En contraposición me gustaría recoger algunas tradiciones históricas de sabiduría. Partiré sucintamente con la visión budista de la vida. Buda (el iluminado) era en su origen un príncipe llamado Siddhārtha Gautama por allá en el siglo V a.C. aprox. Los primeros años de la vida del príncipe transcurrieron ajenos a toda actividad espiritual, pues siempre vivió rodeado con su familia en un enorme lujo. Al entrar a la edad madura logró captar las afueras de su hogar el dolor bajo sus formas más agudas, por primera vez se percató de la vejez, la enfermedad y la muerte como situaciones reales fuera de la particularidad artificial de su castillo.
Tras este impacto matriz, decidió abandonarlo todo y recorrer un camino de profunda meditación e indagación espiritual. Con el tiempo llegó a un lugar llamado Bodhgaya, donde decidió sentarse bajo la sombra de un árbol y no levantarse hasta encontrar una respuesta al sufrimiento. La culminación de sus meditaciones llegó cuando se había liberado definitivamente, en la conciencia de las cuatro nobles verdades de la existencia:
1 El sufrimiento es un atributo de la existencia. 2 El sufrimiento es causado por el deseo.
3 La extinción del deseo hace cesar el sufrimiento. 4 Para extinguir el sufrimiento, debemos seguir el óctuple sendero, el cual comprende: Recta opinión, intención, palabras, conducta, medios de vida, esfuerzo, atención, concentración.
El camino del medio cristaliza la línea de la moderación que supone la huida de los extremos. Por ello es recto ya que tanto la indulgencia con los sentidos como la auto-mortificación son caminos que no logran impedir el sufrimiento y solo a través de la práctica de la sabiduría, la moralidad y el cultivo de la mente se logra finalmente la unión con el todo y el cese del sufrimiento. Las personas deambulan ya sea entre el libertinaje sin sentido o la autoinmolación exagerada. Los sencillos buenos actos, pensamientos, palabras, son más que un dogma, una acción continua de respeto profundo por la vida y su equilibrio, teniendo un alcance enorme en nosotros y los que nos rodean. De estos preceptos me es inevitable recordar la frase que reza “El hombre que nada desea es invencible”.
Refuerza esta idea otra maravillosa tradición a siglos de distancia, que vio en el Libano como el escritor Khalil Gibrán expresaba certeramente su visión del deseo, en este caso de libertad. En El Profeta puede leerse:
Y mi corazón sangró en mi interior: porque solo seréis libres cuando el deseo de la libertad no sea un arnés para vosotros y cuando dejéis hablar de libertad como una meta y de un logro…
Diógenes concluiría.
El deseo del Secreto aparece así como una pesada carga de aspiraciones, como una trama de ensueños, en la consecución de lo que resuena como la llave de la vida, el éxito. Es por ello que todos estos conferencistas agrupaban empresarios o más bien “emprendedores” adornando sus recetas con frases como “Aspira Alto; No fracases, triunfa; El deseo gobierna al mundo; Cuando comprendas que tienes el derecho de poseer, poseerás”. Hoy todos los que escucharon sus consejos deben estar deseando saber cómo pagarán las cuotas del Ferrari último modelo que adquirieron, en su camino hacia el éxito en un mercado en permanente crisis. Cada uno de ellos, limitó las posibilidades de su existencia a sus propios deseos, nadie de ellos en cambio vivió simplemente en la maravilla de la contemplación de un atardecer; en la alegría de la sorpresa de un niño bajo el alero de un conocimiento nuevo o la paz perpetua amando a todos los seres. Es en esa sencillez donde se encuentra el arte de la vida.
Resalta así Diógenes de Sinope, filósofo griego de la escuela Cínica. Para él, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar por su frivolidad. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.
Así se cuenta la anécdota de Diógenes que, viviendo en Corintio solo en un barril rodeado de perros, pues nada necesitaba, un día lo visitó el gran emperador macedonio Alejandro Magno, el cual había escuchado de tal particular asceta y estaba interesado en tratarle. En la mañana, mientras el filosofo se hallaba absorto en sus pensamientos Alejandro, se le acercó y le preguntó si podía hacer algo por él, cumpliría cualquiera de sus deseos. Diógenes casi sin inmutarse respondió: “No, tan solo que te apartes porque me tapas la luz del sol”.
Buscar críticamente en el amplio crisol de creaciones a lo largo de la historia puede resultar un ejercicio de crecimiento aún más profundo que la moda en tránsito. Usualmente preferimos la novedad, como en el uso de los aparatos tecnológicos, volcado al ámbito del Espíritu. Olvidamos así tradiciones revolucionarias para nuestra actualidad que ponen en equilibrio aspiraciones individuales con valores comunitarios como la amabilidad, la generosidad, la solidaridad y el desprendimiento, actitudes que resuenan con más profundidad en el milagro más maravilloso de todos: la transformación personal. Incontables maestros, lejos de las dinámicas de mercado nos dirían sin dvds, rankigs en ventas o ediciones de lujo, de forma más profunda y certera “No seas tus deseos, sino quien eres, Uno en el Espíritu de la Vida”.
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Muñoz Salas, Javier. "El Secreto" ¿Desear es la clave? En Revista Somos, Cuerpo, mente y alma. N 13 Año 02, septiembre 2011. Publicaciones Austral. Santiago de Chile. pag 32-35.