Este es uno de los videos que el señor Krassnoff publica en su blog como símbolo del honor supremo en el arrojo militar. Más si usted es pinochetista avala no solo esta violencia, sino la de mujeres que le fueron metidas ratas vivas en sus vaginas, usted avala que militares violaran mujeres con sus perros y un sin fin de atrocidades que han hecho imponer hoy el sistema neoliberal. Si usted es pinochetista, si que ha vendido este suelo y su argumento acaba en tortura insana mezcla de patriotismo, religión, militarismo y concentración económica. Esos son sus valores.
Otros al respecto, puedes hablar más claramente que yo:
Otros al respecto, puedes hablar más claramente que yo:
"Guerra. En cuanto pienso en esta palabra me asalta un sentimiento de horror y estupefacción, como si me hablaran de brujería o de la inquisición, como si me hablaran de algo remoto, erradicado, abominable, monstruoso, antinatural.
Cuando nos hablan sobre los caníbales sonreímos con orgullo al sentir nuestra superioridad con respecto a estos salvajes ¿Pero quiénes son los salvajes, quiénes son los verdaderos salvajes? ¿Aquellos que matan para comerse a sus víctimas o aquellos que matan única y exclusivamente por matar?
… Ira vana, indignación de poeta. La guerra es más respetada y venerada ahora que nunca. El señor Helmut von Moltke, un refinado artista en este tema y genial asesino, en una ocasión replicó a los delegados de la sociedad de la paz estas terribles palabras: “La guerra es santa, una institución divina, la guerra es una de las leyes más santas del mundo; despierta en las personas los sentimientos más elevados y nobles: el honor, la generosidad, la virtud y el valor. Solo gracias a la guerra la gente no cae en el más burdo materialismo”.
Amontonarse en rebaños de cuatrocientos mil hombres, caminar sin descanso día y noche sin pensar en nada, sin estudiar nada, sin aprender nada, sin leer nada, sin serle útil a nadie, arrastrándose entre basura, durmiendo sobre el fango, viviendo como el ganado en una atontamiento constante, saqueando ciudades, quemando pueblos, arruinando naciones; después, al encontrarse con una aglomeración de carne humana igual, lanzarse contra ella, verter ríos de sangre, sembrar los campos de cuerpos machacados y mezclados con barro y tierra ensangrentada, perder brazos, piernas con la cabeza aplastada y acabar sin ninguna necesidad muerto en un lidero mientras vuestros ancianos padres, vuestra esposa y vuestros hijos mueren de hambre: a esto le llaman no caer en el absurdo materialismo.
Los militares son la pero desgracia del mundo.
Nosotros luchamos contra la naturaleza, contra la ignorancia, por mejorar aunque sea un poco nuestra triste existencia. Los científicos consagran la labor de toda una vida a encontrar medos para ayudar y aligerar la suerte de sus hermanos. Y, trabajando sin descanso y haciendo un descubrimiento tras otro, enriquecen la inteligencia humana, amplían el saber de la ciencia, cada día proporcionan nuevos conocimientos, cada día aumentan el bienestar y la fuerza del pueblo.
Y he aquí que empieza una guerra. En seis meses, los generales destruyen todo lo que se ha construido con veinte años de esfuerzos, paciencia y genialidad ¡Y a estos lo llaman no caer en el más burdo materialismo!
Ya hemos visto como es la guerra. Hemos visto como las personas se han convertido en fieras, como, cuan locos han matado por placer, miedo, bravuconería o jactancia.
Hemos visto como, liberados de los conceptos de la ley y derecho, han fusilado a inocentes sorprendidos en la carretera y que parecían sospechosos solo por haberse asustado. Hemos visto como han matado a perros atados a la puerta de sus amos solo para probar un nuevo revolver. Hemos visto como han matado a tiros sin necesidad alguna, solo por diversión, a vacas que yacían en los campos ¡Y a esto lo llaman no caer en el más terrible materialismo!
Adentrarse en un país, degollar a una persona que defiende su casa solo porque viste una blusa y no lleva en la cabeza una visera militar; quemar la casa de gente pobre que no tiene nada para comer, destrozar y robar muebles, beberse el vino de bodegas ajenas, violar mujeres en la calle, quemar millones de francos en pólvora y dejar tras de sí devastación, enfermedad: a esto le llaman no caer en el más burdo materialismo
¿Y qué han hecho a fin de cuenta los militares? Nada.
¿Qué han inventado? Cañones y fusiles. Eso es todo".
Fragmento. Guy de Maupassant. Sur léau, en León Tolstoi “El reino de dios está en vosotros”
León Tolstoi
Guy de Maupassant
No hay comentarios:
Publicar un comentario