Javier Muñoz Salas. Texto postulado como artículo a Revista Cañamo.
El incomprendido autor inglés Aleister Crowley ha sido un ícono en los
movimientos contestatarios al sistema establecido. Mago, poeta, pintor,
montañista, ajedrecista y sobre todo experimentador, descubrió el uso de
distintos psicoactivos a lo largo de su vida. Comprendió en plena época
victoriana los usos terapéuticos de plantas sagradas, percibiendo que su “peligrosidad”,
radicaba en el dominio de la voluntad de los individuos y las políticas
educacionales de las grandes instituciones.
Un mago en la cultura popular
Han existido innumerables figuras
de la música popular y la cultura que han sido tildados de satanistas. Ozzy
Ozbourne, David Bowie, Iron Maiden, Led Zeppelin y los Beatles han sido objeto
de acusaciones infundadas. Pareciera un epíteto curioso, pero todos ellos están
unidos por una clave que permite entender dicha calificación. Todos ellos se
sintieron profundamente atraídos por una figura mal comprendida y juzgada en su
época, hasta hoy, en los términos más oscuros: Edward Alexander Aleister
Crowley.
Este personaje es posible observarlo
entre la muchedumbre que rodea a los Beatles en la caratula del Sgt. Pepper's
Lonely Hearts Club Band de 1967 (primera fila, el segundo de izquierda a derecha).
Lo menciona Bowie en su tema Quicksand, aparece en innumerables referencias de
Bruce Dickinson, incluso llegando a realizar hace algunos años una película
bastante deplorable The Chemical Wedding de 2008. Ozzy Ozbourne se preguntaba
desgarradoramente “I wanna know what you meant”
en su famoso tema que dedicó en 1980 a Mr Crowley que ha sido
considerado por la Guitar World Magazine
uno de los "Los 100 mejores solos del heavy metal de la historia".
Un caso notable es el del
guitarrista Jimmy Page de Led Zeppelin, pues es conocida su relación con el ocultismo.
Recordemos los cuatro símbolos de la carátula del álbum Led Zeppelin IV y en el cual al interior del
disco su diseño está basado en una carta del Tarot llamada "El
ermitaño". La especie de ángel caído del Swan Song aumenta las
especulaciones. Page además fue invitado a escribir la banda sonora del corto
cinematográfico Lucifer Rising rodada por otro admirador de Aleister Crowley,
el director Kenneth Anger. Hoy Page es el coleccionista privado más grande de
objetos del mago, llegando a comprar la mansión de Boleskine House en Foyers, Escocia,
en las orillas del famoso lago Ness.
Son tantos más los que han sido
influidos por el sabio inglés y mal interpretados como los hippies de los años
sesenta. Vivieron como Crowley en comunidad, utilizaron sustancias alucinógenas
para expandir la conciencia, probaron el sexo libre y muchos de ellos aplicaron
el misticismo, como el paganismo a modo de respuesta a una cultura que incitaba
más a la prohibición, las restricciones y la culpa, que a la realización. Todo
ello, les valió todo tipo de reproches por parte de la sociedad.
¿Quién fue Aleister Crowley?
Crowley si bien fue un
multifacético inglés de la época victoriana, su principal carácter es la de un
rebelde. Mago, poeta, pintor, montañista, ajedrecista, pero sobre todo
experimentador. Desde sus primeros años de vida se sintió incómodo con la
represiva educación de sus padres, miembros de una fraternidad evangélica
fundamentalista, la hermandad de Plymouth. Su madre no tardaría en llamarle la
bestia.
Crowley en su adolescencia
ingresó al Trinity College de Cambridge donde empezó a ser objeto de polémicas.
Su poesía erótica no encajaba en los canónes académicos y la educación formal
lógico-centrica le quedaba estrecha. Prontamente entró en sociedades secretas,
como la Orden Hermética de la Golden Dawn. Ahí conoció a innumerables
personajes como el futuro nobel de literatura William Butler Yeats, SL MacGregor
Mathers, pero sobre todo Allan Bennett quien lo inició en el conocimiento de
meditaciones con sustancias alucinógenas. Crowley entraba de lleno al mundo de
la magia por la puerta más rápida. Con el tiempo impulsaría a partir de sus
ideas sus propias órdenes, como las hasta hoy activas Orden de los Templarios
de Oriente y la Astrum Argentum.
En su vida experimentaría una serie
de sucesos impresionantes: fue uno de los primeros europeos en escalar el Chogo
Ri (K2) y el Kanchenjunga en los Himalayas; fundó una abadía en Cefalú, Sicilia donde experimentaría sus ideas en
torno al precepto en Rabelais, Thelema (voluntad); escribiría innumerables
textos, realizaría numerosos rituales de magia sexual; tendría muchísimas amantes;
recibiría una especie de libro sagrado para sus seguidores a partir de los
dictados de una entidad, Aiwazz, llamado el Libro de la Ley; en sus últimos
años desarrollaría un tarot ricamente adornado llamado el Taroth de Toth. Su lema
siempre fue- piedra angular de su enseñanza - “haz lo que quieras, que esa sea
toda la ley”. Aquello no significaba libertinaje como usualmente los adefesios
medievales le llaman, sino descubrir tu propia voluntad.
Crowley no fue como lo creen los
grupos conservadores un satanista, un mago negro o como le calificó el diario
John Bull hacia 1923 “el hombre más perverso del mundo”. Fue simplemente un
hombre que se levantó frente a la hipocresía cristiana de su época y a través
del cinismo más ofensivo para la
sociedad en que se desenvolvía, exploró caminos poco transitados que condujeran
a la gente a reconocerse en sus luces y sus sombras. Eso fue todo para que se
le achacara el título de rey de la perversidad, mientras Hitler levantaba
campos de concentración y Pio XII callaba impunemente.
Visiones y conocimiento.
Crowley escribió innumerables
tratados de magia, sexo y drogas. De este último tema destaca su libro “Diario
de un drogadicto” recientemente editado por Amagord. Este texto ambientado en
su experiencia en la Abadía de Thelema, su "Collegium ad Spiritum
Sanctum", expone las observaciones que tuvo, al ir más allá de las
fronteras de lo que en sexo y drogas se daba como aceptado.
Además destacan dos ensayos
llamados “La hierba peligrosa. Psicología del Hachís” y “Cocaína” que pueden
ser encontrados al español en “El continente perdido y otros ensayos”, Valdemar 2001. En la hierba peligrosa expone
los alcances de la preparación y propiedades del cannabis indica, estudios
que siguen la línea que Baudelaire ya había trazado.
Su intensión es dar a conocer que
actos meditativos pueden ser conseguidos a través de un intento de ensayo en la
propia persona a través de estas sustancias, como un descubrimiento de la
propia voluntad.
Miedos, límites, condiciones y por sobre todo misterios
inherentes, afloran como la claridad del reflejo en el agua. La poción
conocida entre los alquimistas como elixir vitae o tintura, recuerda lo que muchos
de los yoguis menores lo utilizaron para lograr el samadhi, esto es la unidad
con el universo. Crowley diría “El yo y la voluntad no intervienen: se trata de
introspección casi –sino totalmente – impersonal”, como Ludlow diría al “acceso
a la autoconciencia”. Si bien recalca, que esta exploración depende de quien la
haga – y en eso se equivoca respecto a las mujeres – destaca que la
peligrosidad o lo que usualmente condena la sociedad, es un objeto difuso,
apuntando erróneamente al problema.
Sobre la cocaína cuyo comentario
se puede extrapolar al hachís comenta: “Si la contención prohibicionista no es
un absurdo, es justificación del nivel moral de las personas de Estados Unidos,
que podrían haberse sentido ofendidas por el cerdo de Gadareme, de cuya mano
han entrado los demonios.
No estoy aquí por el interés de
hacer proclamas en beneficio de aquellos y arrogarme así la razón de la advertencia.
Sostengo que la prohibición no es remedio. El remedio es brindarle a la gente
algo en lo que pensar, que desarrolle sus mentes, que las llene de ambiciones
que vayan más allá del dólar, que erija un estándar de éxito que se mida en términos
de realidades eternas, en resumen, que las eduque”.
Al final su satanismo (como el de
la hierba peligrosa) puede implicar, como simplemente el acto de llevar más
allá el conocimiento, pretendiendo superar los límites impuestos por la
autoridad. Al final, para la sociedad que le condenó no importaba si era a
través del sexo, las drogas o la magia el camino del discernimiento, la falta
era su rebeldía de querer conocer. En
fin, para Eva y Adán desobedecer al comer del árbol de la ciencia del bien y el
mal, no fue tanto el pecado, como descubrir que estaban desnudos.
Muchas gracias por este maravilloso post.
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